El que un cliente te elija a ti, como su único representante en exclusiva, para la venta de su vivienda no es cosa de casualidad. Justo a ti. Entre tantos agentes, entre tantas inmobiliarias que hay cerca de su casa, entre todos los que un día le llamaron, entre los que le han visitado, entre el maremágnum de internet, te ha elegido a ti.
No suele haber casualidad. Más bien suele ser el fruto de una ejecución esmerada, de una seducción profesional escogida, de un proceso bien hecho. Es muy posible que hayas desplegado todo tu plumaje para seducirle, como hace un pavo real. Si no es así, deberás aprender a hacerlo, mostrando tu experiencia, tu éxito, tus herramientas, tu plan de marketing para vender casas, ganándote el respeto en lo profesional y el afecto en lo personal.
Recuerda que sus intereses van por delante de los tuyos. El te quisiera contratar por que al hacerlo tú harás cosas por él, que él sólo no podría hacer. Es necesario que haya un gran aporte de valor por tu parte. ¿Cómo quieres que te contrate si le aconsejas un precio por el que hasta un niño pequeño podría vender su casa?. ¿No crees que él espera algo más de ti? Un vendedor entiende que tú podrás obtener el máximo precio que se pueda obtener en ese momento justo del mercado. También entiende que trabajarás para él representando sus intereses y no los de otro. Que harás como si fueras él. Tu quieres comprometerte en hacer bien las cosas, en dedicarle tiempo, en dedicarle recursos en venderlo. Para ese compromiso sólo necesitas una cosa de él… su compromiso.
El compromiso sólo se paga con compromiso. ¿Quiere usted un agente inmobiliario comprometido de verdad?, pues comprométase con alguno de ellos. Con el que más le guste, con el que más confianza le ofrezca, quien tenga el mejor plan de marketing, el más exitoso, el mejor… el que le ha seducido con todo ese plumaje.